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Tu rostro en la guerra Covid

Doberman

Momento de ver si tomaste la decisión correcta al elegir tu cubrebocas.


Aún somos la misma especie que antes cazaba mamuts. Imagínate con tus compas: pieles de bestias para protegerse el cuerpo y en la mano, una lanza larga y resistente. Algunas de estas lanzas van adornadas con garras, plumas o huesos. Trofeos de jornadas anteriores. No hemos cambiado tanto. Aún salimos de cacería. Aún hay que encontrar ese mamut. Aún nos gusta ponerle garras y huesos a nuestras lanzas. No es vanidad. Es una jaca, es nuestra cara para la guerra, es una herramientas para la jornada. Para ser mamalón, hay que ser y parecer.


Cambiamos la lanza por otras herramientas. El cubrebocas se ha convertido en eso: una pieza que es parte de la indumentaria de sobrevivencia. Es protección y es uniforme. Es necesario. Y conforme se integra a nuestra vida guerrera, hay que ponerle nuestro ADN. ¿Elegiste tu cubrebocas o te fuiste con el que se te atravesó en el camino?


Llámale mascara, cubrebocas, o como quieras. Ya se demostró que su uso es una de las armas más efectivas contra el COVID-19. Por eso Japón, una tierra de guerreros con población de 126.5 millones de personas, destaca entre los países con menores índices de contagio y mortandad. Ellos no detuvieron la economía ni hicieron una inversión extraordinaria en pruebas Covid. Lo que hicieron fue justamente, ponerse cubrebocas. Lo aprendieron a la mala, con la pandemia de gripe de 1919 y luego un brote de tuberculosis de 1950. Pero estas batallas les enseñaron el valor del cubrebocas. Así cuando llegó el Covid-19, ya estaban preparados como nación para ponerse esta armadura contra el enemigo microscópico. Lo hacen con un sentido de honor y de respeto por los demás.


Por supuesto, hay controversias alrededor del uso de la máscara. A nivel internacional, algunos líderes de países dan el ejemplo contrario a su implementación. Los gobiernos locales discuten si debe ser un tema obligatorio o de sugerencia y voluntad. La Organización Mundial de la Salud pidió primero que se dejaran para uso exclusivo de los trabajadores de salud. Pero luego cambió su estrategia y recomendó su uso para la poblacion en general, bajo la lógica de que esta guerra no solo se pelea en los hospitales; todo lugar en donde haya alguien respirando es campo de batalla. Y los estudios en todo el mundo a favor de su uso se siguen acumulando.


La respuesta de cuándo acabará esta nueva normalidad enmascarada es incierta. Las apuestas giran más bien en torno a que este enemigo llegó para quedarse. Así que el cubrebocas también. Es momento de portarlo con orgullo. ¿Ya revisaste qué tipo de cubrebocas llevas? Aquí tenemos unos consejos rápidos que te pueden ayudar a tener el cubrebocas que te mereces.


Busca que te represente. Si ya se convirtió en parte de tu rostro, pues que sea eso hasta en su diseño y estilo.

Olvídate de las telitas fifí. Tu máscara de guerra debe estar bien equipada con capas de protección realmente efectivas contra el enemigo.

Que su fuerza no le quite comodidad. Necesitas una armadura de buena calidad.



Ahora sí, estás listo para tomar la decisión que corresponde a tu rango en la tribu. Y recuerda que los chingones usan su máscara cubriendo bien boca y nariz. Elige tu cubrebocas y empieza esa cacería. Porta orgulloso tu nuevo rostro para la guerra.


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